Las diferentes técnicas anestésicas que son utilizadas en la odontología van dirigidas fundamentalmente al control del dolor.
El dolor se puede controlar de forma directa, eliminando la causa, o de forma indirecta, bloqueando la transmisión de los estímulos nerviosos. Esto se puede conseguir mediante una anestesia locorregional, una sedación o una anestesia general ambulatoria.
Con la anestesia locorregional se pretende la abolición de la sensibilidad dolorosa, bien de la zona limitada, mediante la anestesia local o infiltrativa, o bien cuando comprende una zona más externa (implicando la zona inervada por un determinado tronco nervioso), la anestesia regional o troncular.
Cómo se aplican las anestesias infiltrativa y troncular
La anestesia infiltrativa o también llamada anestesia periapical supraperióstica es la técnica anestesia que se utiliza con más frecuencia en la práctica odontológica. Este tipo de técnica consiste en inyectar el anestésico alrededor de las terminaciones nerviosas o aquellas fibras nerviosas que son no son macroscópicamente identificable. El anestésico se deposita entre la mucosa y el periostio a nivel del ápice dental. Es la técnica más usada en odontología, y muchas veces se denomina infiltrativa. De modo que el anestésico local tiene que atravesar el periostio, la cortical externa y la parte de la medula ósea del maxilar, hasta que llega a realizar sus efectos a nivel de las fibras nerviosas que penetran por el foramen apical.
La anestesia troncular puede efectuarse mediante dos técnicas: la técnica directa o la técnica indirecta.
La técnica directa de anestesia troncular se realiza en un solo tiempo y se obtiene la anestesia primero del nervio alveolar inferior y después la del nervio lingual. El paciente debe estar sentado, con la cabeza ligeramente inclinada y con apertura bucal máxima. Se tracciona el carrillo hasta llegar a nivel de la línea oblicua externa de la mandíbula, para poder tener un visibilidad mayor del sitio donde se realizará la punción.
A continuación, para localizar el área de punción se toma como referencia las caras oclusales de los molares inferiores, en adultos 1 centímetro por encima de estas, en niños al mismo nivel de estas y en personas edéntulas se sitúa a 2 centímetros del reborde alveolar. Colocándose el cuerpo de la jeringa a la altura de los premolares contralaterales. Con esta posición, se introduce el aguja 2 centímetros, aproximadamente, hasta que contacte con el hueso, cuando suceda se retrocede 1 milímetro y posteriormente se realiza la aspiración, si no se aspira sangre, se inyecta el anestésico lentamente. Después, se retira la aguja hasta la mitad y se aspira, y si no se aspira sangre, se procede a inyectar el anestésico. Finalmente, la aguja se retira con cuidado, lo más suave posible.
La técnica indirecta se basa en ir siguiendo un trayecto todo el rato enganchados a la cara interna de la rama ascendente de la mandíbula. Esta técnica indirecta es la que se recomienda para el odontólogo inexperto. El cuerpo de la jeringa reposa sobre la cara oclusal de los molares homolaterales, resbalando hacia atrás se perfora la mucosa y el músculo buccinador hasta chocar con el hueso del trígono retromolar. Después, se lleva la jeringa forzadamente hacia la comisura labial homolateral para salvar el obstáculo que supone la cresta temporal. Se avanza la aguja, paralelamente a la superficie del trígono retromolar, y cuando se sobrepasa la cresta temporal hay que detenerse.
Finalmente, se lleva la jeringa hacia el lado contralateral, a zona de premolares, y se hace resbalar la aguja por encima de la cortical interna de la rama ascendente hasta llegar a la espina de Spix. Justo al inicio de este recorrido se inyectan un poco de anestésico para anestesiar el nervio lingual. Una vez se llega a la espina de Spix, se retira 1 miímetro, se aspira e se inyecta el anestésico.