Las glándulas salivales: enfermedades y trastornos más frecuentes

En el organismo humano hay glándulas encargadas de secretar sustancias para realizar un funcionamiento adecuado de los sitios donde se liberan. Cerca de la cavidad oral existen glándulas que segregan y libera saliva en la cavidad oral para realizar un buena lubricación y funcionamiento de esta zona, son llamadas glándulas salivales. 

Las glándulas salivales son glándulas de tipo exocrino del sistema digestivo, es decir, son las responsables de la secreción de saliva, que luego será vertida dentro de la cavidad bucal. Esta secreción ayuda mantener la boca lubricada, a masticar y a deglutir los alimentos, realizando una buena función de la cavidad oral. 

Según su tamaño, las glándulas salivales se clasifican en dos grandes y principales grupos: 

  • Las glándulas salivales menores. Son pequeñas y existen 5 tipos: labiales, palatinas, genianas, linguales y molares. 
  • Las glándulas salivales mayores. Son las principales y más voluminosas. Existen tres pares: 
  • Las glándulas parótidas 
  • Las glándulas submandibulares 
  • Las glándulas sublinguales 

¿Cuáles son los trastornos más frecuentes de las glándulas salivales? 

Si las glándula salivales no realizan correctamente su función pueden aparecer diversas patologías bucodentales. La disfunción de las glándulas salivales es mas frecuente en los adultos. A continuación se muestran algunas de las alteraciones más frecuentes de las glándulas salivales. 

La xerostomía o boca seca es la principal enfermedad de la cavidad bucal en caso que haya una secreción disminuida de saliva. Las causas de esta disminución salival son muy diversas, las más frecuentes son: el estrés, enfermedades como la diabetes, la terapia con determinados fármacos, la ausencia dientes, una dieta desequilibrada y el consumo de tabaco y alcohol. Esta disminución salival favorece la aparición de lesiones en los tejidos blandos, infecciones y un aumento de las lesiones cariosas. El principal tratamiento es identificar y eliminar los factores causantes, hacer una buena higiene oral, hidratarse y pueden ser útiles los estimulantes salivales. Si existe un síndrome asociado, llamado síndrome de Sjögren, la disminución de la saliva es mucho mayor y por lo tanto hay una sequedad bucal. 

La sialoadenitis es una inflamación de una o varias glándulas salivales por causa bacteriana o vírica. La inflamación puede ser aguda, crónica e incluso recurrente. La principal sintomatología de esta alteración es dolor a la mejilla, hay presencia de inflamación y dolor al masticar. 

La parotiditis, como su nombre indica, es la inflamación de la glándula parótida (una de las principales glándulas).  Se trata de una enfermedad contagiosa causada por el virus de Paramyxoviridae. Esta enfermedad es más frecuente en los niños y adolescentes. Se puede prevenir mediante la administración de la vacuna triple vírica. 

La estenosis ductal es una alteración de los conductos salivales de las glándulas principales. Consiste en un estrechamiento de dichos conductos salivales. Puede relacionarse con la formación de cálculos o con la parotiditis. 

La sialolitiasis es una patología benigna en pacientes jóvenes. Se trata de una calcificación en los conductos salivales, con la formación de cálculos salivales. En las glándulas sublinguales aparecen con poca frecuencia. Podrían estar relacionados con una disminución del flujo salival, con la ingesta de algún fármaco que reduce la producción de saliva o las personas con la patología del a gota tienen más probabilidades de formar cálculos salivales. Cursan con inflamación, dolor y pueden generar infecciones. 

La ránula es una pequeña tumoración no dolorosa que afecta a las glándulas sublinguales. La principal causa es el acúmulo de saliva por una obstrucción o un daño en su conducto. Esta patología puede dificultar la deglución, la masticación o el habla. El tratamiento principal es su escisión quirúrgica. 

Para poder diagnosticar adecuadamente el trastorno de la glándula salival, es importante que el odontólogo realice una historia clínica completa con una exploración clínica adecuada y, si es necesario, la realización de pruebas complementarias como un sialograma o una biopsia de la zona.