Las maloclusiones dentoalveolares o esqueléticas corresponden a aquellas situaciones clínicas en que los dientes entre sí no tienen una oclusión óptima o deseada. Las maloclusiones se clasifican en los tres sentidos del espacio: sentido sagital, sentido vertical y sentido transversal.
En sentido sagital las principales tipos de maloclusiones o llamadas también como clases de Angle son la clase I (cuando la cúspide mesiovestibular del primer molar superior ocluye sobre el surco vestibular del primer molar inferior pero el alineamiento anterior es incorrecto), clase II (el primer molar inferior está distalizado respecto al superior) y la clase III (si el primer molar inferior está mesializado).
En sentido vertical, las maloclusiones que existen son la sobremordida u overbite aumentados (si hay un entrecruzamiento superior al 33%), la mordida borde a borde (si hay contacto) y mordida abierta (si el entrecruzamiento es negativo, ya que no existe ningún tipo de contacto).
Finalmente en el plano transversal, las maloclusiones pueden ser en mordida cruzada posterior (si las cúspides vestibulares de los dientes superiores ocluyen al a zona oclusal de los inferiores) o mordida en tijera (si las caras palatinas de los molares superiores están en contacto a las caras vestibulares de los inferiores).
Cómo tratar una maloclusión
El tratamiento de las maloclusiones se realiza siempre en función a su etiología. Por esto es imprescindible realizar una buena historia clínica previa, junto con una exploración y diagnóstico de certeza.
En función al plano sagital, las maloclusiones se tratan de la siguiente forma:
- La maloclusión de clase I suele ir acompañada con varias alteraciones dentales. El tratamiento para el apiñamiento es eliminar la discrepancia oseodentaria negativa que existe equiparando la masa dental y el espacio óseo disponible, de modo que se puede realizar una expansión de las arcadas con aparatos fijos (quad hélix, disyuntor) o aparatos removibles (como las placas cativas con tornillos de expansión o aparatos funcionales que separen la musculatura del anillo buccinador). La oclusión cruzada se controla y corrige con un aumento de la dimensión vertical de los sectores posteriores o un plano inclinado. La biprotrusión/biretrusión puede ser tratada según si la etiología es esquelética o dental. Finalmente, la mordida abierta se trata con un control de los hábitos y de la erupción dental, actuando o sobre la dimensión vertical posterior o con una extrusión de los incisivos.
- La maloclusión de clase II puede ser de división 1 o 2. En la primera división el tratamiento puede ser preventivo (mediante el control de los hábitos, la correcta erupción de los primeros molares superiores y manteniendo la longitud de las arcadas), interceptivo (corrigiendo la mesialización de los primeros molares superiores, mediante aparatología fija, o cirugía si existe una alteración esquelética en edad adulta) o correctivo (con la distalización de los molares superiores y/o la mesialización de los inferiores, o con aparatología fija y tracción extraoral en edades de crecimiento). La división 2 es tratada como una clase II/1 pero añadiendo el apiñamiento anterior, retrusión mandibular y patrón braquicefálico con perfil retruido.
- La maloclusión de clase III se trata funcionalmente en época de crecimiento con la mascara facial si la causa es de hipoplasia maxilar o mentonera, si es hiperplasia mandibular. En edades mayores el tratamiento debe realizarse mediante cirugía ortognática. Si la causa no es esquelética, sino que dental se utiliza aparatología convencional, siempre y cuando sea realizado un diagnóstico adecuado.
Según el plano vertical, la mordida abierta se corrige con tratamiento interceptivo (eliminando el hábito, planos de mordida, aparatología funcional como el lip bumper o el Fränkel, y las mentonera de clase III) y con tratamiento correctivo (aparatología fija o corrección quirúrgica si la etiología es esquelética). La sobremordida es tratada con planos de mordida anterior, aparatología removible con resortes de protrusión sobre incisivos o el monobloc de activación posterior, en edad de crecimiento. Después su tratamiento es mediante aparatología convencional. La mordida borde a borde debe tratarse en función de la etiología.
Transversalmente, la mordida cruzada se trata mediante un control adecuado de los hábitos, si no habrá recidivas, y una expansión del maxilar superior (con expansión lenta mediante un quad hélix o expansión rápida con un disyunto). El tratamiento de la mordida en tijera se efectúa con una placa removible con unos resortes especiales y una aparatología fija con elásticos en forma de Z (de vestibular de los superiores a lingual de los inferiores).