Los anticoagulantes oral, o también conocidos como antivitamina K, son unos fármacos agonistas de la vitamina K. Esta vitamina se necesita para la coagulación de la sangre ya que participa en la síntesis de factores de la coagulación. La vitamina K se encuentra de forma natural y en cantidades importantes en vegetales de hoja verde y de forma farmacológica en fármacos. Así pues, los anticoagulantes orales actúan alargando el tiempo de coagulación de la sangre.
Los fármacos anticoagulantes orales más comúnmente usados son:
- Antiagregantes plaquetarios. Actúan en la formación del tapón plaquetario. Como al ácido acetilsalicílico (Aspirina®) o el clopidogrel.
- Cumarina y derivados. Actúan en la cascada de la coagulación. Como el acenocumarol (Sintrom®) o la warfarina (Aldocumarol®).
- Heparina. Utilizado en pacientes con diálisis. Como la nadroparina o la desiuridina.
Es importante realizar una historia clínica completa con los antecedentes de hemorragias, la presencia de sangrado gingival, los pacientes con diálisis y los fármacos que se ingieren. Muchas veces se requiere una interconsulta con el hematólogo para evaluar al paciente.
La INR (Relación Normalizada Internacional) es un cálculo hecho para estandarizar y cuantificar los tiempos de protrombina. Los niveles normales de INR son de 1. En pacientes con terapia de anticoagulación, normalmente el médico los mantiene entre 2-3.
Para no caer en un estado de descoagulación que pueda perturbar la intervención o postoperatorio, no se debería efectuar ningún tratamiento odontológico si el INR está por encima de 3.
La conducta habitual se centra en suspender el tratamiento con anticoagulantes 2 días antes de realizar el tratamiento y reinstaurarlo justo después de la intervención, comprobando el tiempo de protrombina el mismo día.
Según la literatura científica actual y los diferentes protocolos del manejo clínico-farmacológico de pacientes en tratamiento con anticoagulantes orales se establece la pauta terapéutica dependiendo de los aspectos siguientes:
- Control del INR del paciente y valorarlo según el tipo de cirugía que se tiene que realizar.
- Vigilar y cumplir las normas de después de la cirugía.
- Vigilar las interacciones que pueden haber entre los fármacos que se toman.
- Valorar el riesgo de producir trombo (según sea moderado, medio o alto).
- Valorar otras patologías que pueden coexistir y que puedan alterar la hemostasia.
Es fundamental que el profesional realice un procedimiento quirúrgico lo más mínimamente invasivo y lo más relajante para el paciente para evitar la ansiedad en el tratamiento.
Es recomendable el uso de anestésicos locales con vasoconstrictor cuando sea posible y evitar las técnicas anestésicas tronculares.
Además, los odontólogos se pueden ayudar de agentes hemostáticos locales como el ácido tranexámico (Amchafibrin®) de forma intraoperatoria o postoperatoria, con enjuagues. Junto con la aplicación de puntos de sutura o compresión hemostática duradera con una gasa.
También es importante que estas cirugías se programen a primera hora de la mañana para poder atender cualquier complicación que pueda haber durante el día y controlar la farmacología que se ha prescrito y el cumplimiento terapéutico del paciente.