Las suturas hacen referencia a la maniobra que realiza el odontólogo para afrontar dos tejidos separados por una incisión o por traumatismos diversos.
Entre los múltiples objetivos de las suturas encontramos: la reposición de tejidos en su lugar original o colocados en la posición deseada, lograr una buena unión de los bordes de los tejidos de manera precisa y atraumática, eliminar espacios donde podrían acumularse restos de comida y servir de cultivo para las bacterias y proteger el coágulo en la zona cicatricial.
Existen diferentes tipos de sutura que el odontólogo escoge en función de varios factores, como por ejemplo: la naturaleza del procedimiento, las características del paciente, la tensión que debe soportar la sutura que reúne los tejidos, como también, la reacción biológica del cuerpo humano frene a la sutura.
Una correcta sutura debe reunir una serie de características. Entre ellas podemos destacar: la correcta resistencia a la tensión, la esterilidad, la inertibilidad química (hipoalergénica, que no presente toxicidad etc.), la correcta flexibilidad (resistencia a la torsión), resistencia a altas temperaturas, fácil deslizamiento y lenta reabsorción. Como también, facilidad de manejo (facilidad y seguridad del anudado) y resultados constantes y predecibles.
En base al número de unidades simples que las componen, las suturas se han clasificado en monofilamento (un solo filamento) y multifilamento, es decir, compuestas por un trenzado de múltiples filamentos del mismo o de diferentes materiales.
Suturas de multifilamento
Las suturas de multifilamento son las más utilizadas en la cirugía odontológica, pues ofrecen múltiples ventajas como la mayor resistencia a la tensión, mayor flexibilidad y menor riesgo de torsionarlas.
El grosor de la sutura se mide por un “sistema de ceros”. La sutura de menor diámetro es aquella que mayor número de ceros contiene en la numeración. A mayor grosor, no siempre implica mayor resistencia, también influye el tipo de material.
El odontólogo utiliza el grosor mínimo de sutura que le permite asumir la tensión del procedimiento. Cada sutura, en función del material que la compone, soporta tensiones mayores o menores. Cuanto menor sea el grosor de la sutura, será menor el traumatismo tisular.
En función de la capacidad de reabsorción de los materiales que componen las suturas, podemos clasificarlas en suturas reabsorbibles y no reabsorbibles.
Las suturas reabsorbibles se emplean para aproximar bordes de la herida hasta que una suficiente cicatrización permita que se sostengan por si solos. Los materiales de fabricación pueden ser de origen orgánico, como el catgut de origen animal, o de origen sintético, como los polímeros sintéticos: polyglactin, ácido poliglicólico, polidioxanona etc. Los tiempos de reabsorción varían en función del material de fabricación.
Por otro lado, las suturas no reabsorbibles por el organismo y que, por lo tanto, requieren ser retiradas por el odontólogo pasados unos días. Pueden ser de monofilamento o multifilamento. Como también, de origen orgánico como la seda o el algodón, o bien, de origen inorgánico como las aleaciones sintéticas o metálicas.
Tipos de agujas y técnicas de sutura
También encontramos diferentes tipos de agujas, que todas ellas deben reunir las siguientes características: capacidad de guiar el hilo de sutura a través de los tejidos causando un mínimo trauma, estabilidad, esterilidad, rigidez para no doblarse ni romperse, resistentes a la corrosión y tan finas como sea posible.
Para finalizar, el odontólogo puede utilizar diferentes técnicas básicas de sutura, cada una de ellas se utiliza en un caso determinado, y siempre con la ayuda de un portaagujas para coger la ajuga y realizar la técnica de sutura con la mayor precisión posible.