El hígado es uno de los principales órganos del aparato digestivo. Se encarga de secretar la bilis, almacenar el glucógeno, excretar la bilirrubina, sintetizar varios factores de coagulación y metabolizar los fármacos y otros principios.
La inflamación del hígado se conoce como hepatitis. Es una afección que puede ser causada por una infección (virus, mononucleosis, sífilis o tuberculosis) o por un exceso de sustancias tóxicas (como el alcohol) o enfermedades autoinmunitarias. Esta inflamación puede remitir de forma espontánea o evolucionar hacia una fibrosis (cicatrización), una cirrosis e incluso hacia un cáncer de hígado.
Los virus de la hepatitis se clasifican en: VHA, VHB, VHC, VHD, VHE. La hepatitis A se adquiere vía digestiva por el consumo de aguas o alimentos contaminados. La infección es leve y provoca pérdida de peso, dolor y un cuadro gastrointestinal. La hepatitis B se adquiere por vía parenteral en contacto directo con los fluidos corporales y cursa con dolores articulares, inflamaciones articulares, erupciones cutánea, edema vascular y afectación renal. Existe una vacuna segura y eficaz para prevenir esta infección. La hepatitis C se trasmite vía parenteral y no tiene tratamiento ni vacuna contra la infección por el VHC. La hepatitis D solo ocurre si ha habido una infección previa del VHB. La hepatitis E se trasmite por el agua o los alimentos contaminados, se localiza en zonas en vías de desarrollo y termina en cirrosis hepática. Existen en la actualidad otros tipos de hepatitis como la hepatitis G.
¿Cuáles son las manifestaciones orales de la hepatitis?
Las manifestaciones orales o síntomas más frecuentes de la hepatitis es la ictericia de la mucosa bucodental. La ictericia es la coloración amarillenta, debida a un incremento de pigmentos biliares en la sangre.
Las zonas orales con más presencia de ictericia son en el paladar y en el suelo de la lengua (la zona de debajo de la lengua). También es habitual encontrar telangiesctasias en los pacientes con enfermedad hepática. Se trata de dilataciones de pequeños vasos sanguíneos.
La hepatitis alcohólica, relacionada con un alto consumo de alcohol, se manifiesta bucodentalmente como un aumento del tamaño de las glándulas parótidas, presencia de sangrado gingival o petequias (pequeñas manchas rojizas) en la mucosa oral.
Es importante destacar que durante la fase aguda de esta enfermedad hepática no se conviene realizar ningún tipo de tratamiento odontológico. Se recomienda no realizarlo ya que durante esta fase es cuando más riesgo de contagio existe. En casos de que sea necesario, se debe extremar la precaución.
Para manejar el paciente hepático en la consulta odontológica, es necesario conocer el estado actual de la enfermedad del paciente y las posibles alteraciones que pueda tener respecto la hepatopatía. Además, es imprescindible saber la medicación que toma y las posible interacciones con los fármacos odontológicos.
Todo personal sanitario debe haber sido vacunado para poder realizar su práctica y de este modo disminuir la posibilidad de infección. Además, se deben de utilizar métodos de barrera, de desinfección y esterilización para prevenir las infecciones.