Las carillas o facetas dentales son restauraciones directas o indirectas que cubren toda la cara vestibular del diente.
Se trata de una opción de tratamiento que requiere poca o, en algunos casos, nula mutilación dental, por lo que se pueden englobar dentro de la odontología mínimamente invasiva.
Es un tratamiento de elección para corregir alteraciones dentales de color y forma, cerrar diastemas, reparar fracturas y simultáneamente subsanar ligeras mal posiciones dentales. Es también un tratamiento de elección para las personas que quieren mejorar la estética de su sonrisa, con un resultado que puede aumentar su autoestima.
El uso de carillas de porcelana tiene su origen en los años treinta, cuando fueron utilizadas en Hollywood para mejorar temporalmente la apariencia de los dientes de los actores durante los rodajes.
El 1937, el doctor Charles Pincus presentó un informe de la Asociación Dental del Estado de California en el que deja constancia de su empleo, indicando que ante la falta de mecanismos disponibles para retenerlas de forma duradera, las mismas debían ser colocadas al comienzo del día y retiradas al final de éste. Por lo tanto, hasta la llegada de resinas eficientes en términos de adhesión mediante grabado ácido, éstas no fueron aceptadas dentro de los procedimientos cotidianos por el odontólogo.
Fue Buonocore quien, en 1955, desarrolló la técnica de grabado del esmalte, revolucionando el sector dental y marcando el comienzo de la odontología adhesiva.
Las carillas dentales pueden ser de composite o de porcelana, las cuales son indicadas unas u otras según el problema base. Las carillas de composite son realizadas para solucionar pequeños cierres de diastemas, problemas de tipo aislados y concretos, restauraciones estéticas, pequeñas alteraciones de forma, de color y para la finalización ortodóntica, para dar homogeneidad a la estética del sector anterior. En cambio, las carillas de cerámica se suelen indicar en los siguientes casos: existencia de problemas generales complejos, dientes muy restaurados o fragmentados, manchas dispersas en la superficie, recuperar la guía anterior o pacientes que previamente han sido sometidos a carillas directas de composite.
Por lo que los principales motivos para llevar carillas dentales son la presencia de cambios de color en los dientes anteriores, el querer corregir la forma de los dientes, el cierre de diastemas, las alteraciones en la posición de los dientes, las fracturas dentales, en presencia de restauraciones envejecidas y para la rehabilitación protésica anterior (guía incisal).
Es importante tener en cuenta que las carillas son un tratamiento de elección para restaurar, bien por la falta de esmalte o bien por estética, pero no se tiene que olvidar que lo mejor es preservar el órgano dental y conservar al máximo el diente.