La primera clasificación de las maloclusiones dentales la estableció Angle el año 1899. En esta clasificación se describía a la mordida clase III como la posición mesial, hacia delante, del primer molar inferior respecto a la cúspide mesiovestibular, la más delantera y hacia fuera, del primer molar superior.
Los pacientes con maloclusiones de clase III suelen tener un componente tanto esquelético, de los huesos, como dentoalveolar.
La incidencia de la mordida clase III varia entre los diferentes grupos étnicos. Su frecuencia varía en la población general entre un 4 a un 14%, siendo más incidente este último porcentaje en la población asiática.
La etiología de este tipo de maloclusión es multifactorial, es decir múltiples factores están implicados en el desarrollo de este tipo de mordida. Puede deberse a causas congénitas o a causas adquiridas, aunque presenta una fuerte base genética. Las causas adquiridas pueden ser generales (producidas por ciertos tipos de síndromes), por causas proximales (como amigdalitis de repetición que condicionan una posición baja de la lengua), o por causas locales (como interferencias oclusales). En función de la influencia de cada uno de los factores, el tratamiento irá encaminado en un sentido u otro.
¿Cómo corregir la mordida clase III?
La maloclusión clase III puede tratarse tempranamente ya que de este modo se evitan los factores irreversibles progresivos de los tejidos blandos o cambios óseos. Además, el excesivo crecimiento mandibular se acompaña frecuentemente de compensaciones dentarias de los incisivos inferiores, por lo que esto podría evitarse. La segunda fase de tratamiento se simplifica, se mejora la estética facial y el desarrollo psicosocial del niño.
Es muy importante antes de realizar la corrección de dicha maloclusión, eliminar los factores etiológicos, los causantes de la mordida clase III. Además de establecer un tratamiento haciendo una evaluación individual de cada caso, valorando el crecimiento y el desarrollo tanto del sistema dentario como del complejo craneofacial.
El tratamiento temprano de mordida clase III tipo dental puede realizarse con planos inclinados acrílicos, placas activas y aparatología funcional, como el arco Progenie.
Puede que dicha maloclusión sea por causa esquelética, por una hipoplasia del maxilar, es decir que el maxilar no se haya desarrollado lo suficiente. En estos casos, la protracción ortopédica temprana durante el crecimiento es una terapia indicada, mediante una máscara facial y tracción con elásticos, junto con un disyuntor colocado en el maxilar superior para avanzar y desarrollar al maxilar.
Si dicha maloclusión esquelética es causada por una hiperplasia mandibular, el tratamiento más efecto realizado de forma precoz es la colocación de una mentonera, aunque este tipo de alteración esquelética es menos frecuente que la anterior.
La mordida clase III de tipo esquelético únicamente puede tratarse, corregirse o frenarla cuando el paciente está en edad de crecimiento. Pasada esta edad únicamente el tratamiento efectivo es la cirugía ortognática, mediante una protrusión del maxilar y una retrusión de la mandíbula para pasar de una clase III a una clase I normal.
Así, pues el tratamiento temprano de las clases III resulta de gran importancia ya que en edades de antes a los 7 años las suturas no se encuentran aún consolidadas por lo que resulta más fácil estimular su crecimiento mediante ortodoncia.